Aliento en el Desaliento. |
"En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: “No hay remedio”, sino que hallaste nuevo vigor en tu mano, y por tanto no te desalentaste." (Isaías 57.10, RVR95)
A medida que se acerca la Parusía o encuentro del Señor con Su Amada, vamos a encontrar un FLAGELO en medio del Pueblo de Dios: “el desaliento y el desánimo”, o sea un Pueblo que como Israel antes de entrar a Canaán, se desalentaron y se desanimaron y no quisieron caminar más.
El Padre tuvo que tomar la determinación de acabar con ese Pueblo porque de esta forma era imposible que pudieran conquistar la Tierra Prometida.
Antes de la venida del Señor, veremos como señal fuerte, a muchos cristianos que morirán, la mayoría de ellos, no pudieron avanzar más, se desanimaron y ya no quisieron seguir peleando la buena batalla de la Fe, y por la persecución que viene tan fuerte a la Iglesia, lo que hubieran ocasionado sería una apostasía global, por lo tanto el Padre toma la decisión de apartarlos, no se perderán, pero serán de alguna forma preservados para que la Iglesia afronte el Propósito del Padre.
"Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza." (1 Tesalonicenses 4.13, BSO) [1]
Vemos aquí a Pablo enseñando sobre este punto, pues al parecer se les había enseñado que la muerte de muchos cristianos era señal de la Parusía, pero Pablo les dice que ellos se levantarían como Jesús lo hizo.
I. Definición de “Desanimado”:
Athumeo, estar descorazonado, desanimado, desalentado (a, negativo; thumos, espíritu, valor; de la raíz thu, hallada en thuo, apresurarse; denotando sentimiento, pasión). Se halla en Col.3:21. «Que no se desalienten» (RV: «no se hagan de poco ánimo»).
II. Definición de “Cansancio”:
1. Kopiao.
Fatigarse, agotarse (kopos, paliza, fatiga). Se usa del Señor en Jn.4:6. (Utilizado en su propia palabra «que estáis trabajados» en Mt.11:28.) Se traduce «cansado» del mismo Señor Jesús Jn.4:6., cuando, fatigado del camino, se sentó junto al pozo de Jacob en Sicar.
2. Kamno,
Estar fatigado. Se traduce «no se canse» en He.12:3.
3. Enkakeo, o ekkakeo,
Se traduce «cansar» en Ga.6.9.; 2 Ts.3:13.
III. Causas que provocan el desaliento y el cansancio en la iglesia de hoy:
Una carga: Números 11:10–15.
"Moisés oyó al pueblo que lloraba, cada uno con su familia a la entrada de su tienda. La ira de Jehová se encendió mucho, y también le pareció mal a Moisés, quien dijo a Jehová: — ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia a tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: “Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra que juraste dar a sus padres”? ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque vienen a mí llorando y diciendo: “Danos carne para comer”. No puedo yo solo soportar a todo este pueblo: es una carga demasiado pesada para mí. Y si así vas a hacer tú conmigo, te ruego que me des muerte, si he hallado gracia a tus ojos, para que yo no vea mi mal." (Números 11.10-15, BSO)
Una derrota: Josué 7:7–9.
"Josué decía: — ¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en manos de los amorreos y que nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! ¡Ay, Señor! ¿Qué diré, ahora que Israel les ha vuelto la espalda a sus enemigos? Porque los cananeos y todos los habitantes de la tierra se enterarán, nos rodearán y borrarán nuestro nombre de encima de la tierra. ¿Qué harás tú entonces por tu gran nombre?" (Josué 7.7-9, BSO)
Oposición injusta de otros: 1 Samuel 30:6.
"David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues el alma de todo el pueblo estaba llena de amargura, cada uno por sus hijos y por sus hijas. Pero David halló fortaleza en Jehová, su Dios," (1º Samuel 30.6, BSO)
Un fracaso: 1 Reyes 19:4.
"Luego de caminar todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro. Entonces se deseó la muerte y dijo: «Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres»." (1º Reyes 19.4, BSO)
Decepcionado de otros: 1 Reyes 19:10.
"Él respondió: —He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida." (1º Reyes 19.10, BSO)
Temor: Esdras 4:4.
"Entonces la gente del país intimidó al pueblo de Judá y lo atemorizó para que no siguiera edificando." (Esdras 4.4, BSO)
Enfermedad: Isaías 38:9–20.
"Escrito de Ezequías, rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su enfermedad: «Yo dije: “En la mitad de mis días me iré a las puertas del seol; privado soy del resto de mis años”. Y dije: “No veré a Jah, a Jah en la tierra de los vivientes; ya no veré más a los hombres entre los moradores del mundo. Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como una tienda de pastor. Como un tejedor yo devanaba mi vida; pero él la va a cortar del telar. ¡Tú me consumirás entre el día y la noche!”. Yo clamo hasta la mañana; él, como un león, muele todos mis huesos: de la noche a la mañana terminarás conmigo. Como la grulla y como la golondrina me estoy quejando; gimo como la paloma y alzo hacia lo alto mis ojos. Jehová, violencia padezco, ¡fortaléceme! ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo hará. Andaré humillado todos mis años, a causa de la amargura de mi alma. Señor, por estas cosas los hombres viven y en todas ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás y harás que viva. He aquí gran amargura me sobrevino en la paz, pero a ti te agradó librar mi vida del hoyo de corrupción, porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. Pues el seol no te exaltará ni te alabará la Muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán en tu verdad. El que vive, el que vive, este te dará alabanza, como yo hoy. El padre hará notoria tu verdad a los hijos. ¡Jehová me salva! Por eso tocaremos nuestros instrumentos y cantaremos en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida»." (Isaías 38.9-20, BSO)
Un mensaje de rendición y derrota: Jeremías 38:1–4.
Oyeron Sefatías hijo de Matán, Gedalías hijo de Pasur, Jucal hijo de Selemías y Pasur hijo de Malquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo: 2 «Así ha dicho Jehová: El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de peste; pero el que se pase a los caldeos, vivirá. Su vida le será por botín, y vivirá. 3 Así ha dicho Jehová: De cierto será entregada esta ciudad en manos del ejército del rey de Babilonia, y la tomará». 4 Y dijeron los jefes al rey: «Muera ahora este hombre; porque de esta manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal».
Severo sufrimiento exterior e interior: 2 Corintios 7:5–6.
"Cuando vinimos a Macedonia, ciertamente ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados: de fuera, conflictos, y de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito;" (2 Corintios 7.5-6, BSO)
IV. Ejemplos de hombres de Dios que sufrieron el desaliento y el cansancio:
Moisés: Números 11:10–15.
El pueblo de Israel: Nm. 11:4–6; Nm.32:7, 9.
Josué: Jos. 7:6–9.
David: 1 Sam. 30:6.
Elías: 1 Re. 19:1–4.
El pueblo de Judá: Esd. 4:4–5.; Neh. 6:9.
Job: Job 3.
El Salmista: Sal. 42:5–11.
Jeremías: Jer. 20:7–18.
Habacuc: Hab. 1:1–4.
Pedro: Lc 22:61–62
Pablo: 2 Co 7:5–6
Un ejemplo de desaliento y cansancio lo podemos encontrar, en el peregrinaje del pueblo de Dios transcurrido en el desierto.
Observemos: Se “desalentaron” porque no tenían comida Ex. 16:2-3.
Produjo:
a. Desagradecimiento
b. Murmuraciones y quejas
c. Falta de confianza
Se “cansaron” porque se aburrieron del exceso de comida, Nm. 11:4-6.
Quizás usted esté dando un suspiro de alivio al ver que otros se sienten como usted, o una exclamación de incredulidad al leer estas estadísticas; hay pastores, líderes y obreros que están ya al borde del desaliento.
“El Síndrome del Enebro y la Cueva”
Unos de los problemas más comunes que está viviendo la iglesia de hoy es: “la carga está siendo llevada por demasiado tiempo sin verdadero alivio”.
Entre todos los profetas del Antiguo Testamento no hay otro más poderoso que Elías. Él tenía verdadera fuerza de carácter, osadía, valentía y una fe sólida.
En 1 Reyes 18-19 somos testigos de una de las más increíbles escenas de las Escrituras. Lleno del poder de Dios, Elías confrontó al rey Acab y a su esposa (la malvada Jezabel) a los 450 profetas de Baal y a los 400 profetas de Asera. Un solo hombre enfrentado contra una horda enemiga y resistiéndoles en el poder sobrenatural de Dios. Elías conocía del poder de Dios para suplir en las más difíciles circunstancias
Sin duda esperaríamos que después de tal demostración divina, la fe y la confianza del profeta crecieran hasta un punto insospechado, pero no es así. Perseguido por Jezabel cae en depresión y le asaltan pensamientos suicidas 1 Reyes 19.
Cuando batallamos contra el desánimo, el cansancio y la depresión, uno de los mayores problemas es que perdemos la habilidad para enfrentar las realidades de nuestra situación o las circunstancias que nos han llevado al lugar donde nos encontramos.
Podemos parafrasear 1 Re. 19:10. Diciendo:
“Aunque yo he sido muy celoso por tu obra, oh Dios, los israelitas no han respondido bien y lo han destruido todo. De hecho, soy el último de los profetas que queda y por eso estoy escondido, para que tu obra no acabe conmigo”.
A esto podemos llamar el “Síndrome del Enebro y de la Cueva“, al cual todos somos vulnerables. Nos sentimos solos (a veces nos hemos apartado de otros voluntariamente) y nos vemos como los únicos que llevamos a cabo un ministerio digno. Somos protectores de la dignidad de Dios.
En primer lugar, Dios asegura a Elías y a nosotros que no está solo, hay 7.000 más que permanecieron fieles. Una vez más, la Palabra de Dios destaca la importancia de buscar y tener comunión con otros fieles hermanos.
En segundo lugar, no nos engañemos, Dios no nos necesita para proteger su dignidad. Necesitamos ver a Dios como el Dios Soberano que está cumpliendo sus propósitos aun en medio de nuestras propias batallas e inconformidades. Él continúa construyendo su Reino aun en medio de nuestras aparentes derrotas.
La mayoría de las veces estamos llorando detrás de los “matorrales”, sin darnos cuenta de que el Dios Soberano continúa la tarea de la edificación de su iglesia.
Algunos pastores, líderes y hermanos, están sufriendo más de la cuenta por no tener a nadie (aparte del cónyuge) con quien orar, con quien compartir las cargas, a quien rendirle cuentas, etc. No hemos sido llamados a ser “llaneros solitarios”. Debemos pedirle a Dios que nos dé a alguien con quien poder compartir las cargas que llevamos Gá. 6:2. A Elías Dios le dio a Eliseo.
Si estamos pasando momentos realmente difíciles a causa del desaliento y estamos enfrentando frustración, cansancio, depresión, expectativas fallidas de nosotros mismos o de otros, ¿qué necesitamos hacer por encima de cualquier otra cosa? Si sabemos de alguien que está a punto de dejar el ministerio ¿qué le decimos? Dios le dijo al profeta confundido, herido, y desanimado, “párate en la presencia del Señor”. 1 Re. 19:11.
Dios no sólo podía satisfacer necesidades físicas y emocionales de Elías, sino que además lo llamó a acercarse a su presencia. Esto es lo que necesitamos cuando llega el desánimo, cuando nos sentimos heridos o frustrados. Solo la presencia divina puede guardarnos, fortalecernos y levantarnos para unirnos a Dios en su obra.
V. La solución para el cristiano sobre el desaliento y el cansancio:
Esperanza en Dios: Salmo 42.
"Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: « ¿Dónde está tu Dios?». Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí, de cómo yo iba con la multitud y la conducía hasta la casa de Dios, entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta. ¿Por qué te abates, alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarlo, ¡salvación mía y Dios mío! Dios mío, mi alma está abatida en mí. Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán y de los hermonitas, desde el monte Mizar. Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Pero de día mandará Jehová su misericordia y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida. Diré a Dios: «Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?». Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan diciéndome cada día: « ¿Dónde está tu Dios?». ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarlo, ¡salvación mía y Dios mío!" (Salmos 42.1-11, BSO)
Buscar Fortaleza del Señor: 1 Samuel 30:6.
"David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues el alma de todo el pueblo estaba llena de amargura, cada uno por sus hijos y por sus hijas. Pero David halló fortaleza en Jehová, su Dios," (1º Samuel 30.6, BSO)
Echar las cargas sobre el Señor: Sal. 55:22.; 1 Pedro 5:7.
"Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros." (1 Pedro 5.7, BSO)
Reconocer al Señor Confiadamente: Proverbios 3:5–8.
"»Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal, porque esto será medicina para tus músculos y refrigerio para tus huesos." (Proverbios 3.5-8, BSO)
Orar por toda Preocupación: Filipenses 4:6–7.
"Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." (Filipenses 4.6-7, BSO)
Poner los ojos en Cristo y su Ejemplo de Perseverancia: Hebreos 12:1–3.
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar," (Hebreos 12.1-3, BSO)
Selah!
Bendiciones abundantes en Cristo Jesus,
Director General MHermón.
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